viernes, 5 de marzo de 2010

UNA ROSA


Había una vez un lejano país donde vivía un anciano rey, querido y respetado por su pueblo.
El rey estaba muy preocupado por el futuro de sus súbditos y de su hija, la princesa, cuando él muriera.
El monarca quería encontrar un esposo digno y un buen rey para su pueblo, ya que su hija la princesa era su única heredera.
La angustia del rey era tan grande, que esta preocupación le quitaba el sueño, pasando largas noches de vigilias, pensando que podría hacer para encontrar un buen marido para su hija y un gobernante justo y noble para su pueblo.
En esas noches de insomnio el rey tuvo una gran idea: ¡mandaré un bando por todos los lugares concediendo la mano de la princesa a aquel que le traiga el regalo que más le iguale en belleza y la próxima primavera, el elegido, se desposará con ella.
La voz corrió como el viento de reino en reino y al poco empezaron a llegar nobles y caballeros de todos los confines de la tierra.
Todos los aspirantes a la mano de la princesa, le ofrecieron los regalos mas fastuosos que nadie pueda imaginar, de oro y plata y magníficas piedras preciosas de gran valor.
Otros llegaban cargados de suntuosas telas de seda de oriente de fantásticos colores y esplendorosas porcelanas de China, otros regios mantos de tisú y alfombras maravillosas mágicas de Persia.
Pero nada de todo estos presentes magestuosos, agradaban al rey que veía en ellos solo cosas materiales de una gran opulencia, vanidad y presunción.
El rey no vio merecedor de su hija y su reino a ninguno de los aspirantes, les parecían que eran vanidosos, fatuos y arrogantes, el sólo quería un noble corazón que amara a su hija, la princesa, y un soberano justo para su reino.
Los días pasaban y la primavera estaba próxima, pero todo seguía igual y la preocupación del rey aumentaba día a día porque ni pretendientes ni regalos eran del agrado del monarca.
Pasado unos días, se presentó en el palacio un humilde labrador, portando una rosa,¡una sola rosa!, era esta tan hermosa, sus pétalos parecían terciopelo, su fragancia hechizadora, el embrujo de su aroma; hacía de ella la reina y señora de todas las rosas.
El campesino ofreció la rosa a la pricesa diciéndole:
- " Señora, sólo esta flor iguala a vuestra belleza, la he cultivado con todo mi corazón para vos".
El rey y la princesa se quedaron atónitos,¿ sólo una rosa, una rosa sola?. El rubor de la princesa fue tal que al rey no le pasó desapercibido. Notó que su hija quedó prendada del doncel que era gentil, sencible y esbelto como un junco de ribera.
En ese mismo momento, el rey comprendió que aquel campesino haría feliz a su hija y un buen gobernante para su pueblo. Cultivó la rosa pensando sólo en ella.
El rey, al instante, le concedió la mano de la princesa. Su corazón de padre y rey así se lo dictó y, con el mismo esmero y amor que puso en cultivar la rosa, sabía que cuidaría de su hija y de su pueblo, de todo lo que de verdad tenía valor y no de vanalidades.
Como prometió el rey, llegada la primavera, los esponsales se celebraron haciendo participes a todos de los grandes festejos que allí se hicieron.
La felicidad del rey era inmensa sabía que el futuro sería alagüeño, veía el amor a su alrededor, estaba satisfecho, por que donde hay cariño y respeto también reina la paz. Con el paso de los días el rey comprobó que su corazón no le había engañado.
Espero que mi cuento os haya gustado. Todas las cosas hechas con amor son mas valiosas que cualquier tesoro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario